Este fue uno de los días más complicados. Solo levantarnos, nos encontramos con todo nevado y vientos huracanados que convertían el simple hecho de andar en misión imposible. A pesar de ello, estábamos decididos a ver pingüinos como fuera. Esperamos un rato y empezamos a conducir muy poco a poco hasta la península de Otago. Llegamos con MUCHÍSIMA dificultad al Centre Royal Albatros, donde se podía visitar una colonia de blue penguins. Te contamos todos los detalles en esta entrada. ¿Nos acompañas?
Anteriormente…
El día anterior llegábamos a Dunedin en medio de fuertes rachas de viento. Después de informarnos en el I-Site, visitamos tranquilamente la ciudad. Por la noche, hicimos free camping en una de las zonas autorizadas. Si todavía no la has leído, te dejamos la entrada completa en el siguiente enlace 👇👇👇
Contents
Frío, viento y NIEVE
Después de pasar toda la noche en vela escuchando los vientos huracanados, nos despertamos y…SORPRESA! Todo nevado!
Por suerte, no debe haber un país más eficiente que Nueva Zelanda y ya estaban limpiando todas las calles. En pocos minutos, las carreteras estaban impecables. Solo tuvimos que limpiar los cristales de la campervan y no hizo falta ni que pusiéramos las cadenas (a parte de que no recordábamos como se ponían…cuando nos lo explicaron teníamos un jetlag enorme y estábamos medio zombies).
Otago Peninsula: pingüinos y albatros reales.
Royal Albatros Conservation Centre
Después de quitar la nieve de los cristales de la campervan pusimos rumbo a la península de Otago. La idea era llegar hasta el Royal Albatros Conservation Centre. En este centro, a parte de organizar salidas para observar a albatros reales, también tenían una especie de gradas desde donde se podía ver una colonia de pingüinos cuando volvían a la playa al anochecer.
Fortísimo viento en Otago Peninsula
Llegar hasta el centro ya fue toda una odisea. La carretera transcurre al borde del precipicio y el centro se encuentra en la parte más alta de la península de Otago. Con deciros que en algunos tramos no pasábamos de 10km/hora… Las rachas de viento más fuerte se concentraban justo donde se encontraba el Royal Albatros Conservation Centre.
Una vez llegamos a Otago Peninsula, aparcamos la campervan en el Royal Albatros Conservation Centre y no podíamos salir del vehículo. Era imposible abrir la puerta con el viento que hacía. Nos quedamos allí encerrados mientras la campervan se balanceaba de un lado a otro. Nos mirábamos con otra campervan que teníamos aparcada justo al lado. Estábamos flipando.
Finalmente, vimos que unos se atrevieron a salir y nos animamos. Era imposible avanzar (al menos para mi, suerte que Jordi me iba empujando). Desde dentro del centro nos vieron, nos abrieron las puertas y nos vinieron a «rescatar».
¿Veríamos pingüinos en la Península de Otago?
Viendo el panorama, ya nos imaginábamos la respuesta, pero preguntamos por si a caso (no íbamos a perder la esperanza tan pronto!). Evidentemente, nos dijeron que hoy no iban a organizar NADA porque daban muy mala previsión meteorológica. Que desilusión. Le preguntamos también por la Sandlfy Beach donde también se pueden ver. Nos dijeron que ni se nos ocurriera ir conduciendo hasta allí con el viento que hacía. Y que además, con este tiempo los pingüinos no vuelven a los nidos. No les hicimos caso, ya os hacemos spoiler.
Volvimos a la campervan y nos quedamos allí encerrados hasta que “dio la sensación” que el viento había parado un poco. Salimos y visitamos los alrededores aunque con el viento era muy complicado.
Sandfly Beach: tormenta de granizo por el camino
Retomamos la marcha y paramos en un lugar tranquilo para prepararnos la comida. Después, tuvimos otra vez la sensación que mejoraba el tiempo…MENTIRA. Así que nos arriesgamos y empezamos el camino hacía la Sandfly Beach para ver (QUE ILUSOS) pingüinos.
A los pocos minutos de emprender la ruta, ya nos estábamos arrepintiendo. El camino era más que complicado de por si. La carretera está en muy mal estado. Y, si con el viento no teníamos suficiente empezó a caer una granizada espectacular. Tuvimos que parar en medio de la carretera sin ver absolutamente nada. En pocos segundos, la carretera se quedó completamente blanca y nuestra campervan bastante abollada.
Después de unos momentos de «pánico», como estábamos tan cerca, continuamos un poco más. Por fin llegamos. Casi no se podía ni andar, lo pasamos bastante mal. Solo pudimos salir del coche y andar unos pocos metros. Eso si el PAISAJE era imponente. Para ver a los pingüinos había un camino que bajaba hasta la playa. Nosotros estábamos arriba del todo del acantilado. Por supuesto, ni se nos ocurrió bajar porque a duras penas nos aguantábamos de pie. Por supuesto, no había ni un pingüino.
De vuelta a Dunedin
Hoy estábamos un poco decepcionados…pero no nos rendíamos. Volvimos al parking de la estación a pasar la última noche y esperar que pasara un poco el temporal. A ver que otra sorpresa meteorológica nos esperaba al día siguiente…
Siguiente etapa…
Al día siguiente volveríamos a probar suerte. Estábamos deseando ver pingüinos y nos íbamos a rendir tan fácilmente. Después de volver a la península de Otago, pusimos rumbo a Moreaki donde conocimos otra rareza de Nueva Zelanda. Unas rocas gigantes redondas como una pelota. La aventura no terminaba y todavía nos esperaban más sorpresas. No te pierdas toda la entrada en el siguiente enlace!
⇒Día 15. Dunedin- Moreaki- Oamaru
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