Cualquier traslado en Kirguistán se convierte en una aventura y en una parte igual o mejor que el resto de días. En este caso, te contamos qué sucedió entre nuestra partida del lago Song Kul a Bishkek. ¿Nos acompañas?
Anteriormente…
El día anterior habíamos iniciado una experiencia inolvidable en un campamento de yurtas en el lago Song Kul. Si vas a Kirguistán, no te lo puedes perder! Todos los detalles en esta entrada:
Día 7. Song Kul Lake: dormir en una yurta en Kirguistán
De Song Kul a Bishkek
El viaje desde el lago Song Kul hasta Bishkek tiene dos partes. La primera, de Song Kul a Kohckor y, la segunda, de Kochkor a Bishkek. La primera sí o sí se tiene que hacer con algun transporte privado porque no hay transporte público que llegue al Lago Song Kul. La segunda parte, desde Kochkor a Bishkek, hay una marshrutka que va directa.
Primer trayecto: Song Kul lake-Kochkor
Después de disfrutar de un delicioso desayuno en nuestro campamento de yurtas en el lago Song Kul y de pasar la mañana recorriendo este abrumador paisaje, iniciamos el trayecto de regreso a Kochkor. Lo hacíamos en un coche de la época soviética por carreteras de infarto. Por suerte, el paisaje compensaba bastante. Nos llevó en coche la misma familia de la yurta ya que no había transporte público que llegara a Song Kul.
Kochkor-Bishkek: sorpresa inesperada
Después de un viaje movidito, nos dejó en la estación de marshrutkas de Kochkor. A pesar de la mala pinta de la estación, tenemos que decir que estaba super bien organizada. Sin darnos cuenta ya estábamos metidos en la marshrutka de camino a Bishkek.
Todo parecía de lo más rutinario hasta que una situación inesperada hizo que este día se convirtiera en una aventura inolvidable de nuestro viaje por Kirguistán.
Un deslizamiento de tierras kilométrico había cortado la carretera que llegaba Bishkek. La carretera se veía nuevecita pero estaba completamente cubierta por una montaña que literalmente había cedido. No nos dimos cuenta de la magnitud del tema hasta que al cabo de muchas horas, conseguimos cruzar y vimos la de kilómetros y kilómetros que ocupaba.
Llegamos al monumental atasco sin que nadie supiera lo que estaba pasando. El conductor de la marshrutka, que iba cortito de paciencia, empezó a meterse por cualquier hueco que quedaba libre para avanzar sin saber lo que le esperaba (pobrecillo).
Paramos en medio de un tetris de coches, camionetas, marshrutkas y no entendíamos nada de lo que nos decían. Todo el mundo estaba fuera de los vehículos y se veía una masa de gente al fondo. Nosotros quisimos salir, pero el conductor de la marshrutka tenía miedo de perdernos y, con ayuda del traductor, nos pidió que nos quedáramos dentro. Eso hicimos las primeras horas, luego ya no podíamos más.
¡Organización ante todo!
Con el traductor empezamos a hablar con nuestrxs compañerxs de viaje y fue de lo más entretenido. Pasamos muchas horas juntos, así que tuvimos tiempo de aprender un montón de cosas. También salimos un ratito para ver cómo iba la cosa. La cosa no iba, allí seguía la tierra y nadie la quitaba. Nos lo tomamos con filosofía aunque en realidad la cosa tenía mala pinta.
De golpe, empezaron a llegar tractores y tractores y sin ningún tipo de autoridad, la gente se fue organizando para mover los vehículos y dejarlos pasar. Parecía absolutamente imposible que con ese caos de coches mega apretados, pudieran pasar pero, fue alucinante cómo se organizaron y dejaron un carril libre para que pasaran tractores. Fue como magia. La unión hace la fuerza y nunca mejor dicho.
No solo pasaron tractores, todo el mundo con algo para recoger empezó a circular por allí. Esto no nos lo podíamos perder y bajamos de la marshrutka para verlo. No lo habríamos dicho, pero al cabo de un par de horas, consiguieron despejar ese tramo de carretera que era el que estaba en peor estado.
Volvimos corriendo a nuestra marshrutka, el conductor hizo recuento y nos dimos cuenta que faltaba uno. Un señor que se había hartado y hacía un rato que con sus dos botellas de leche había empezado a andar por la montaña. Así que nada, con uno menos, nos pusimos en marcha. Ya era de noche.
A medida que avanzábamos nos dimos cuenta como de grave había sido el desastre. Toda la carretera que comunicaba hasta Bishkek estaba cubierta. En algunos tramos solo se podía circular en un sentido y, en otros, tuvimos que esperar a que despejaran la carretera. Por suerte, en esta parte ya estaba la policía controlando el tráfico y operarios trabajando en la carretera.
Nos encontramos con casas completamente arrasadas. Un auténtico desastre.
Llegada a Bishkek, servicio a domicilio
No sabemos donde nos iba a dejar la marshrutka en un principio, es decir, a qué estación iba, porque en cuanto vimos que estábamos cerca del hotel, le preguntamos si podía parar y nos dejó allí mismo. Lo mismo hacía con todo el mundo. Cuando llegamos a Bishkek, empezó a preguntar y fue dejando a la gente por el camino. Iba tan rápido por dentro de la ciudad que parecía que estábamos haciendo un rally. Más ganas de llegar que él, no tenía nadie.
Nos dejó en la avenida principal y nuestro hotel estaba a dos minutos andando en una calle secundaria. Lo agradecimos mucho porqué era muy muy tarde.
En Bishkek nos alojamos en Silk Road Lodge. Era un hotel «hotel». Quedamos totalmente sorprendidos con nuestra habitación que era enorme. Como si fuera un apartamento entero. Por suerte, era estilo soviético de los años 70 como a nosotros nos gusta. El desayuno estaba incluido. Resumiendo, nos encantó.
Siguiente etapa…
Al día siguiente, fuimos a visitar las montañas de Ala Archa, una absoluta maravilla muy cerca de Bishkek pero un poquito difícil de llegar. Te contamos todos los detalles, en esta entrada.
Día 9. Bishkek-Ala Archa-Bishkek
Enlaces relacionados:
#Kirguistán: Itinerario y guía para viajar por libre
*Este post puede contener enlaces de afiliados. Si reservas a través de estos enlaces, nosotros recibiremos una compensación.