Ayer llegábamos a Nyaung Shwe (Inle Lake) después de tres días de trekking de Kalaw a Inle que nos dejaban sentimientos encontrados…Inle lake prometía mucho y ya estábamos deseando emprender esta nueva etapa del viaje. Ya te adelanto que sin lugar a dudas, fue de lejos lo mejor de nuestro paso por Myanmar. De momento, hoy nos íbamos a recorrer los alrededores tranquilamente.
Si todavía no has leído la entrada sobre el trekking de Kalaw a Inle, puedes hacerlo en este link. Imprescindible para conocer una de las partes más escondidas del país.
⇒Días 5,6 y 7. Trekking de kalaw a Inle lake
Contents
Inle Lake
Dónde alojarse
La población principal de Inle Lake es Nyaung Shwe donde se encuentran la mayoría de alojamientos.
Lo mejor es alojarse en uno que esté cerca del embarcadero y delante del lago. Es la mejor zona, la más tranquila y la mejor para moverse.
A parte, el pueblo es bastante feo…así que no hace falta visitarlo.
Hay un montón de alojamientos para todos los bolsillos y de todo tipo. Todos bastante bien de precio. Nosotros encontramos un ofertón para alojarnos en el Gyspy Inn. Excelente, genial, nos enamoramos de este lugar y del personal. El desayuno una maravilla.
Qué hacer
La gracia de alojarse en este pueblo es conocer la vida dentro del lago, por lo tanto, la idea es alquilar una barquita con un remero local y recorrer durante las horas que quieras el lago. Nosotros lo haríamos al día siguiente. El lago es enorme. Recorrimos solo una parte durante todo un día desde las 8 de la mañana, pero para conocer todos los rincones, harían falta más días.
Por otro lado, otra de las actividades que se pueden hacer es alquilar una bici y recorrerse los alrededores, lo que íbamos a hacer justo hoy. Pero nosotros somos más de andar, así que pasamos de alquilar bicis, pero es muy buena idea.
Recorrido por los alrededores
Este día lo empezamos tranquilamente desayunando en nuestro hostal. El desayuno era riquísimo, de los mejores que tomamos (juntamente con el de Yangon). Lo mejor era el personal que siempre nos recibía con una sonrisa y levantarse así no tiene precio!!
Teníamos dudas sobre si alquilar una bicicleta o no. Lo cierto es que hacía bastante calor y salir a andar bajo un Sol de justicia nos daba un poco de pereza. Estuvimos dándole vueltas y al final, nos decantamos por no coger bicis. En el fondo, nos daba más pereza ir a buscar un local donde alquilaran bicis y empezar a negociar el precio. Y, eso que la gente aquí es muy honesta y hay poco que regatear, pero no deja de ser una negociación.
Cruzando el puente
Para salir del pueblo, nos dirigimos hacia el puente que comunica ambas riveras del río. Las vistas desde este punto son muy curiosas. Nos detuvimos algunos minutos para observar desde lo alto el transcurso de la vida en la orilla del río. No tiene desperdicio.
Campos de cultivo
Una vez cruzamos el puente y nos encontramos en la otra banda de la rivera, el paisaje cambió por completo. No teníamos un rumbo marcado en concreto así que decidimos seguir por el camino «asfaltado» y al poco adentrarnos por los caminitos de tierra que transcurren entre los campos de cultivo.
Fuimos atravesando campos de arroz y de cultivo de cúrcuma. De vez en cuando, nos encontrábamos con alguna pagoda, gente que se paraba y hasta un hombre que nos estuvo contando que era el profesor de la escuela que se encontraba unos metros más adelante. Las casas son una obra de arte.
Aldeas
Fuimos cruzando pequeños puentes de madera y observando la tranquila vida de los lugareños. Caminamos durante bastantes horas maravillados por toda la estampa que nos íbamos encontrando. No es un paisaje idílico pero es un paisaje auténtico como pocos, real, no está puesto ahí para los turistas. Se ve lo bueno y lo malo, lo no tan bonito como la suciedad, pero también se trata de eso, de conocer la vida real, de conocer algo de verdad.
Regresamos a media tarde al hotel muertos de calor. Descansamos un poco con el aire acondicionado a tope y por la noche, salimos a buscar algo de comida al supermercado. Hay bastantes restaurantes pero…
Descubriendo la vida en el lago Inle
Cuando salimos del alojamiento, nos encontramos con un remero que nos hizo una oferta para visitar el lago Inle con su barquita.
La verdad que el hombre nos llegó al alma desde el minuto uno. Iba con su tarjeta hecha a mano con boli azul, nos ofreció mil lugares a los que llevarnos, a la hora que quisiéramos, se esforzaba por agradarnos y se adaptaba a todo lo que le pedíamos (no queríamos ir a ver mujeres jirafa ni cosas muy comerciales). Todo amabilidad. Y cuando ya estábamos dispuestos a regatear como locos va y nos dice que el precio es de 6€ (al cambio) todo el día…en fin, casi le digo de pagarle el doble. Nos quedamos mudos, nos miramos y aceptamos. Quedamos con él para el día siguiente a las 8 de la mañana.
Nos fuimos a dormir con muchas ganas de que llegara el día siguiente para por fin adentrarnos en el lago Inle.
⇒Día 9. Inle Lake. Recorrido en barca para descubrir la vida en el lago.
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